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Carolina González Velasco
Gente de teatro
Ocio y espectáculos en la Buenos Aires de los años veinte

Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2012.
ISBN 978-987-629-216-0
272 pp.

Por María Florencia Calzon Flores
(CONICET/CEHP-UNSAM)
 

Gente de Teatro. Ocio y espectáculo en la Buenos Aires de los años veinte tiene como base la tesis doctoral que Carolina González Velasco defendió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en junio del 2009. La investigación se centra en el teatro de género chico, representado de forma continuada a partir de un sistema por secciones, y en los espectáculos de revista. Inscribe el eje de su análisis en los problemas planteados por la historia social y cultural para los años de entreguerras. Las transformaciones que atravesó la ciudad a raíz de la conformación de los barrios, al amparo de una sociedad marcada por la movilidad social ascendente, así como el funcionamiento de la política sobre nuevas reglas que abre la ley Sáenz-Peña, opera de marco para la exploración del teatro. En este sentido la historia planteada por la investigadora se aleja de los clásicos estudios construidos en torno a los problemas del teatro mismo y su evolución y no tanto en una clave que busca ubicarlo en relación a su contexto histórico, como hecho social. A pesar de ser un libro dedicado al estudio del teatro desde los temas de la historiografía actual, el público al que está dirigido es más amplio que el académico. Esto es posible gracias al atractivo del objeto así como a la escritura sencilla y ágil.

El libro está organizado en cinco capítulos y un epílogo. A la manera de un rompecabezas, cada uno reconstruye un aspecto particular del teatro en los años veinte, dando como resultado una imagen completa. El primero desarrolla el marco espacial del teatro, su ubicación en la ciudad y su relación con otras ofertas para pasar el tiempo libre. Demuestra que la proximidad, concentración y combinación de lugares de diversión en la zona céntrica y más específicamente sobre el eje de la calle Corrientes, convierte a dicha área en el lugar privilegiado donde funcionaba un circuito de entretenimientos. El segundo se centra en el análisis del teatro desde el punto de vista de la configuración de un mercado, tomando en cuenta tanto las estrategias empresariales para captar al público consumidor como las características de este último. El interés por el público es una de las apuestas del libro y la reconstrucción a través de los volantes de las obras es una estrategia creativa e idónea para dar cuenta de un aspecto de difícil alcance. Es interesante la conclusión según la cual el circuito teatral de los años veinte estaría más integrado que el de la época del Centenario, cuando la división por grupos sociales daba lugar a circuitos recreativos diferenciados. Se trata de una hipótesis que está en concordancia con otros estudios que demuestran el alcance de la movilidad social para los años veinte. El tercer capítulo se organiza en torno al estudio de la organización gremial y política de los trabajadores de la escena teatral, tomando como base dos huelgas, la de 1919 y la de 1921. El abordaje parte de investigaciones que demuestran el auge de la actividad asociativa en los años veinte, para estudiar la particularidad del teatro. La relación entre el funcionamiento de la política en la ciudad de Buenos Aires y la articulación de una identidad teatral a nivel municipal, es el aporte central del capítulo. El cuarto pone de relieve el funcionamiento de la crítica como un campo autónomo, organizado alrededor de supuestos compartidos. La consideración general sobre el carácter comercial de la producción de obras teatrales y su bajo contenido estético, es el punto desde el cual se derivan los juicios de la crítica.  El último capítulo retoma el vínculo entre el teatro y la ciudad.  En base al libro de Peter Fritzsche sobre Berlín a comienzos de siglo, la autora señala cómo las imágenes, saberes, prácticas e imaginarios sobre la ciudad que reflejan las obras de teatro implican un modo de representar la experiencia urbana.

La investigación demuestra de qué manera, a partir de un objeto específico como el teatro, se puede dar cuenta de diversos aspectos: la oferta cultural de la ciudad, la configuración de un mercado, las problemáticas gremiales de los artistas como trabajadores y la construcción de significados, desde la crítica pero también desde las propias obras teatrales. La elección del período cronológico es justificada por la significación del teatro en los años veinte. La autora toma como indicadores de la pujanza de la actividad teatral, la enorme proporción de asistentes al teatro en relación al total de la población (calculada a partir de la cantidad de entradas vendidas), la evolución ascendente en el número de salas, en la cantidad de funciones, etcétera. Se trata de una situación que se revierte a partir de los años treinta, con la mayor competencia del cine y la radio. Sin embargo, Carolina González Velasco llama, en el epílogo, a no perder de vista la significación del teatro como tradición artística y como base comercial sobre la cual fundarán sus bases los entretenimientos más populares de las siguientes décadas. 


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