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                        Hacia fines  de la década del setenta, muchas de las acciones comunicacionales de la Junta  militar se orientaron a contrarrestar lo que el mismo régimen denominó “campaña  antiargentina”.  Mediante un potente  impulso, el gobierno militar intentó neutralizar a través de los medios locales  y distintas operaciones comunicacionales las denuncias que desde el exterior  del país se hacían sobre las violaciones a los derechos humanos. Estas acusaciones  eran desacreditadas ante la opinión pública argentina, presentándolas como una  campaña en desmedro de nuestro país.   
                             
A partir del  Mundial de Fútbol de 1978 el interés de los medios de comunicación extranjeros por  la situación argentina se intensificó, sumándose a la presión que ejercían las  denuncias realizadas por organizaciones de derechos humanos y exiliados  políticos.  En dicho contexto, los  micrófonos y cámaras de distintos países recibieron a intelectuales exiliados y  miembros de organismos de derechos humanos en mesas de debate político,  cubrieron distintos eventos a través de corresponsalías, y prepararon informes  –algunos de ellos extensos, de más de una hora de duración- sobre la situación  nacional.  Estos registros y denuncias difundidos  por los medios resultan heterogéneos, exhibiendo un dispar grado de compromiso  con las realidades que se vivían en aquel momento en distintos países  latinoamericanos.    
 
Desde el punto de vista de la circulación, salvando  algunas pocas imágenes que han logrado una amplia repercusión a través de su re-utilización  como material de archivo en films y programas televisivos; con posterioridad al  retorno democrático el metraje registrado por la televisión extranjera a  propósito de la última dictadura militar no siempre encontró una amplia  difusión en el nuestro país.  Se trata de  materiales que permanecen dispersos, sin haber sido catalogados  sistemáticamente, y que en su gran mayoría, no han sido analizados como parte  de la relación medios-dictadura.  Sobre  este punto, es preciso considerar que hacia las décadas del setenta y ochenta,  el soporte de captación y almacenamiento de imágenes, a diferencia de lo que  sucede en nuestros días, tenía una materialidad que no siempre facilitaba el  intercambio a nivel internacional. | 
                       
                      
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                          | A  continuación se presentan algunas imágenes de noticieros e informes exhibidos  por la televisión francesa y alemana –este último caso mediatizado por el film Cuarentena. Exilio y regreso (Carlos Echeverría, 1983)- en los que puede  apreciarse, parcialmente, el modo en que desde el exterior del país se cubrían  acontecimientos correspondientes a la esfera pública argentina, sus  instituciones y el tratamiento de los derechos humanos. | 
                         
                       
                       
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                        | Fragmento 1 | Televisión Francesa | 
                         
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                        Estas  imágenes posiblemente hayan sido puestas al aire el 17 de octubre de 1981 por  la televisión francesa.  Se trata de un  informe de noticiero en el que se aborda la situación política argentina hacia el  último tramo de la dictadura militar.  El  informativo contiene las declaraciones de Jorge Rafael Videla –sosteniendo que  el régimen militar “ama  la libertad” y “proclama  la libertad”-, junto con la desesperada situación de las Madres de Plaza de  Mayo, en su búsqueda por dar con el paradero de sus hijos desaparecidos.  En dicho contexto, el noticiero brinda  información sobre la desaparición forzada de personas, que en aquel momento se  suponía ascendía a15.000, incluyendo bebés.   
                             
Este mismo fragmento  contiene, además, unas imágenes que recorrerían el mundo, siendo presentadas, dobladas  o subtituladas, y exhibidas en distintos idiomas, a través de la  televisión.  Dicho metraje es también el  que da apertura al documental The Mothers  of Plaza de Mayo (Susana Blaunstein (Muñoz) y Lourdes Portillo, 1985), uno  de los primeros films no ficcionales en abordar el problema de la desaparición  forzada de personas en Argentina.  Este  fragmento contiene los contundentes y desgarradores testimonios de algunas Madres  de Plaza de Mayo pidiendo desesperadamente ayuda ante las cámaras de televisión  extranjera.  En él, las madres explican  que todas las denuncias y testimonios están asentados en la Policía Federal y  en el Ministerio de Hacienda, pero aún así, hace dos años que no tienen  respuesta.  En la desesperación, una de  las madres clama: “Todo lo que queremos saber es dónde están nuestros hijos,  vivos o muertos.  Una angustia porque no  sabemos si están enfermos, si tienen frío, si tienen hambre, no sabemos  nada.  Y desesperación señor, porque ya  no sabemos a quién recurrir.  Consulados,  embajadas, ministerios, iglesias, de todas partes se nos han cerrado las  puertas.  Por eso les rogamos a ustedes,  son nuestra última esperanza.  Son  nuestra única esperanza”.   
 
Estos  pedidos de ayuda testimonian el rol de las instituciones argentinas, incluyendo  el papel cómplice de los medios masivos a nivel local.  Esta situación termina por desplazar la  expectativa de las Madres hacia la prensa extranjera, postulada como el último  recurso para hacer público y audible aquello que a nivel local era mantenido en  oculto.   | 
                       
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                        | Fragmento 2 | Televisión Francesa | 
                         
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                        El siguiente  fragmento corresponde a un informe televisivo emitido en Francia, probablemente  el 12 de junio de 1982.  El registro,  tomado en Buenos Aires, presenta la marcha semanal de Madres de Plaza de Mayo  en el contexto de la visita del Papa Juan Pablo Segundo, ya sobre el final de  la Guerra de Malvinas.  Frente a las  cámaras de la prensa extranjera, un grupo próximo de hombres –que las Madres  caracterizan como provocadores- las acusa de ser las madres de comunistas y  terroristas, y también de no ser patriotas.   
                           
                          La cámara  panea con brusquedad intentando esquivar los intentos de varios hombres -que  llevan escarapelas en las solapas de sus trajes- por evitar que el camarógrafo  extranjero siga registrando la situación, mientras se escucha de fondo el  cántico “que se vayan, que se vayan”.  La  lente pierde por completo su estabilidad al absorber el empujón de uno de estos  hombres, que avanza sobre la cámara mientras el cántico se va transformando en  un grito ya mucho más enérgico que sostiene: “Argentina, Argentina”.  Hacia el final, la cámara debe abandonar la  plaza, acompañada por efectivos policiales. 
   
                          En un  contexto polarizado por la Guerra de Malvinas, en el que se exhiben por todos  lados banderas de la Argentina cruzadas con los colores del Vaticano, las  posiciones hacia uno y otro lado de la línea que se establece a partir del  lugar de la cámara, estarían dadas en función de la oposición entre  “argentinos” y “anti-argentinos”.  Dentro  de esta lógica de marcados antagonismos, la posición de las Madres es  inmediatamente arrastrada por los otros manifestantes que ocupan la plaza hacia  el extremo de lo “antipatriota”; situación que también pasa a ser compartida por  el ojo que observa esta escena y lo da a conocer al mundo (la cámara).   | 
                       
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                        | La crítica al  papel de las masas en apoyo a la dictadura comenzaría a ser incorporado,  gradualmente, por el documental post-dictadura.   Esto se observa claramente en el film Cuarentena, exilio y regreso (Carlos Echeverría, 1983) el cual  reproduce, también, algunas de las imágenes tomadas por la televisión alemana a  propósito de la visita de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA en  septiembre de 1979.  El metraje de  archivo correspondiente a dicho momento, presenta largas  hileras de gente aguardando en las calles céntricas de Buenos Aires para  asentar el reclamo por los actos de violencia y desaparición forzada de  personas.  Sin embargo, el audio que incorpora el film para acompañar dichas  imágenes corresponde al del accionar de otras masas:  aquellas que salieron a vitorear el triunfo argentino  en la Copa Mundial de fútbol (algunas breves imágenes de los festejos en las  calles son intercaladas, incluso, entre las de la visita de la OEA).  La voz encendida de José María Muñoz da paso  a un movilero que describe:  | 
                       
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                        | Realmente  impresionante, Muñoz, celeste y blanco, solamente el obelisco falta, con los  colores argentinos el pueblo se ha volcado a las calles.  La familia argentina, como es habitual en  nuestro querido país, festejando con total corrección esta nueva victoria del  fútbol argentino.  | 
                         
                      
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                        | Luego de unos  instantes, cuando la banda de audio del film finalmente sincroniza con las  imágenes de la visita de la OEA, se puede escuchar aquello que los festejos del  mundial estaban silenciando:  las  acongojadas voces de un hombre mayor y de una mujer denunciando frente a las  cámaras de la televisión alemana, la desaparición forzada de sus seres  queridos.  Esta comparación entre los  festejos del mundial y el tormento de aquellos que denunciaban el horror de la  dictadura –paralelismo que luego se tornará recurrente en posteriores  documentales y programas periodísticos televisivos al aludir a dicho período-;  tiene la particularidad de captar el momento específico en el cual el testimonio comienza a adquirir cierta  visibilidad pública –al menos en el exterior del país-;  permaneciendo, en muchos casos, velado a  nivel local.  Sobre este aspecto, el  realizador Carlos Echeverría reflexiona:  | 
                       
                                              
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                        | Pienso que  pocos materiales reflejan en pocos segundos la angustia de ese momento y de  esos familiares.  Por un lado, está la  desesperación de los familiares de desaparecidos por ser escuchados, el haber  vencido el miedo y animarse a decir algo porque el periodista es extranjero.  Pero por otro lado, el periodista entiende  poco y tiene poca paciencia para escuchar; salta de una persona a otra,  desembarazándose del momento; sin repreguntar  una sola vez ni registrar en detalle los crímenes que por primera vez salen a  la luz en esa vereda de Avenida de Mayo.   Siempre sentí que esas personas son escuchadas y abandonadas en el mismo  momento.  (Entrevista concedida por Carlos  Echeverría, 08-05-11).  | 
                         
                      
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                        | De ese modo, Cuarentena… al igual que otros  documentales de la transición democrática –como The  mothers of Plaza de Mayo (Susana Blaunstein (Muñoz) y Lourdes Portillo, 1985), Todo es ausencia (Rodolfo Kuhn,  1984), entre otros-, comenzarán a  re-apropiarse de los testimonios provenientes de los registros televisivos  asignándoles una entidad que no tenían en sus utilizaciones originales.  Estos documentales tenderán a resituar los  testimonios como parte de la organización de una narración, ya no meramente  informativa, sino también profundamente crítica, apoyada en una adecuada  contextualización.  | 
                       
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