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                    Herramientas de la Red de Historia de los Medios | Año 1 | N° 4 | 2011 
                      Televisión y vanguardia 
                      Fragmentos de Nanook of the North / Nanook el esquimal (Robert Flaherty,  1922), Primary (Robert Drew, 1960), Gimme Shelter (Albert y David Maysles,  1970)  
                      y Chronique d’un été (Paris  1960) / Crónica de un verano (Paris  1960) (Jean Rouch y Edgar Morin, 1961). 
                        Paola Margulis 
                      ReHiMe | Red de Historia de los Medios 
                        CABA | Argentina | 2011 
                        Se permite la reproducción total o parcial citando la fuente
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                        | La noción de cine directo / cinéma vérité nos retrotrae hacia un  momento en que las potencialidades de desarrollo del medio televisivo estaban  abiertas hacia la exploración y experimentación en sentido amplio.  Se trata de un período breve pero decisivo,  en el que televisión y vanguardia se articularon; situando una mirada de cambio  en torno del dispositivo documental.   | 
                         
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                        | Dicho breve lapso temporal –desdoblado en tres  escenarios diferentes: Francia, Estados Unidos y Canadá-, sintetiza un momento  en que la televisión funcionó como un lugar de ensayo para la forma, y como  disparador para un salto tecnológico. Tal como afirma Rafael Tranche, se trata de la influencia técnica y  formal que un medio, en plena expansión en los años cincuenta, ejerció sobre  diversos ámbitos de la comunicación y el espectáculo:  “Aquello que inicialmente definió la  televisión como un simple mecanismo técnico, la transmisión instantánea de  imágenes y sonidos, ahora había adquirido rango de nueva forma expresiva con  sus propios sistemas de producción (la realización multicámara y el montaje en  tiempo real)” (Tranche, 2008: 36).   Podemos situar este momento, un tanto antes de la emergencia de los  “nuevos cines”, cuando la televisión comenzó a despertar un interés creciente  ante el anquilosamiento del cine comercial (Tranche, 2008: 36). Richard Leacock, uno de los integrantes del  grupo de Robert Drew, recuerda dicha instancia de experimentación formal y  técnica del siguiente modo:  “Pronto  tuvimos el equipamiento que habíamos soñado, y a veces funcionaba.  El punto central es que estábamos  experimentando. Todas las reglas eran  nuevas. Estábamos, de hecho,  desarrollando una nueva gramática la cual era totalmente diferente del cine  silente y del cine ficcional” (Macdonald y Cousins, 1998: 253-254).   | 
                         
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                        | Los efectos de esta tendencia impactaron tanto  en el cine como en la televisión, sobre todo en lo referente a la utilización  de equipos de 16 mm y el sonido directo sincronizado.  | 
                         
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                        | Cambios  técnicos y estéticos | 
                       
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                          | Hacia el comienzo de la década del sesenta, una  serie de innovaciones tecnológicas en lo que refiere a equipos de cámara y  sonido acompañó una revolución en las formas de expresión.  Hasta ese momento, los documentales eran  filmados utilizando voluminosas cámaras de 35 mm que resultaban difíciles de  manipular.  La profesionalización de los  equipos de 16 mm –ya mucho más pequeños y livianos- permitió filmar con una  facilidad de desplazamiento y fluidez, hasta el momento desconocida.  Paralelamente, la mayor velocidad de la  película de 16mm implicaba la menor necesidad de luz para obtener una imagen  aceptable, lo cual volvió posible filmar situaciones con luz natural (Macdonald  y Cousins, 1998: 249).   | 
                         
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                        | Tal como explican Robert Allen y Douglas  Gomery, el avance decisivo en la grabación de sonido sincronizado se produjo en  torno a 1960 con la aplicación de la tecnología del transistor a la grabación  de sonido. Utilizando transistores en  lugar de tubos de vacío, el peso de la grabadora de sonido pudo reducirse de  más de cien kg a aproximadamente nueve.  El grabador Nagra funcionaba con pilas y se mantenía sincronizado con la  cámara por medio de un pequeño transmisor de radio.  Para esta época los operadores de cámara y los  técnicos de sonido ya no tenían que preocuparse de cables que conectaran la  cámara con la grabadora y tenían libertad para moverse independientemente el  uno del otro. (Allen y Gomery 1995: 279).   | 
                       
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                        | Estos aspectos contribuyeron a generar una  mayor sensación de libertad y espontaneidad a la hora de filmar, permitiendo  sacar las cámaras a las calles.  De ese  modo, la televisión se apropió de la estética de 16 mm, -la cual permite la  oscilación y la imperfección, anteriormente consideradas rasgos propios del  cine amateur o del cine militante-; reforzando el efecto de verdad.  Por otra parte, esta nueva forma de rodar  exigía una nueva modalidad de montaje, la cual rompe con las reglas de  continuidad (el corte visible) y con el découpage de la escritura clásica (los códigos del punto de vista se trasladaron de los  personajes a la enunciación):  ahora se  trataba de crear un nuevo verosímil, el de una acción que se desarrolla y unos  personajes que se desenvuelven en un momento específico y un tiempo “real”,  según la dinámica observacional (Weinrichter y Pena, 2008: 167). | 
                       
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                        | .  Nanook of the North / Nanook el esquimal (Robert Flaherty,  1922) | 
                       
                      
                        | Este fragmento remite al momento fundacional  del documental, al tiempo que despliega las bases del documental expositivo  clásico (Nichols, 1997), condensador de todo aquello de lo cual el cine directo  intentará distanciarse:  la voz over (en el caso de Nanook of the North, los intertítulos),  la intervención, la manipulación, la apuesta a subordinar las acciones de los  personajes a la cámara, pidiéndoles que realicen o repitan acciones  especialmente, la puesta en escena, etc.  | 
                       
                     
                       
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                        | Richard Leacock había trabajado con Flaherty en Louisiana Story (1948).  Este contacto le sirvió para descubrir que el  documental pionero no era contrario a “escenificar” una secuencia cuando no  podía conseguir lo que quería por medios no controlados o de crear una escena a  través del montaje si era necesario.  Por  otra parte, la forma en que el documental clásico tendió a utilizar las imágenes  como meras ilustraciones de un guión escrito, era otra de las tendencias que  los realizadores del cine directo buscaron evitar (Allen y Gomery, 1995:  276-7).   | 
                       
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                        | En relación a la escena seleccionada, Eric  Barnouw detalla cómo las dimensiones reducidas del iglú se convirtieron en un  inconveniente para filmar en su interior, de modo que Nanook y otros esquimales  debieron construir un iglú de dimensiones apropiadas para la película.  En los primeros intentos, las cúpulas del  iglú se desmoronaban, hasta que por fin lograron construir uno lo suficientemente  grande; sólo que en este último, el interior resultaba demasiado oscuro para  filmar.  Hubo entonces que quitar la  mitad del iglú.  La escena siguiente a la  construcción del iglú presenta a Nanook y a su familia en el momento en que se  acuestan a dormir, para despertarse luego (con poca ropa) en medio del frío, en  la más absoluta intemperie (Barnouw, 1998: 39).  | 
                       
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                        | .  Primary (Robert Drew, 1960) | 
                       
                      
                        | Se trata de un film que rompe con las premisas  básicas del documental tradicional, así como del lenguaje cinematográfico  canónico (Ortega, 2008).  Para rodar este  documental, Drew y Leacock lograron persuadir a los senadores John F. Kennedy y  Hubert Humphrey respecto de las ventajas de dejarse filmar con el registro de  sus voces durante su campaña presidencial demócrata que se desarrollaría en  Wisconsin.  Los autores prometieron no  preguntar nunca ni sugerir alguna acción.   Sólo deseaban tener continuo acceso a los discursos, reuniones  políticas, entrevistas, caravanas de automóviles, etc.  Ninguna película antes había captado tan  vivamente la intensidad y la euforia del trabajo de campaña (Barnouw, 1998:  210). | 
                       
                     
                       
                       
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                        | Si bien en Primary no está por completo ausente la voz over,  y existieron problemas para mantener la sincronización del sonido  (debiendo apelarse a los ambientes sonoros, y  el recurso de los planos detalle para disimular este inconveniente (Tranche,  2008: 32-33); se trata de una apuesta a sostener las premisas de Drew:  “Estoy decidido a estar presente cuando las  noticias sucedan.  Estoy resuelto a no  distorsionar la situación”.  Primary contiene aspectos que nunca  antes habían sido vistos en el documental –como charlas con sonido sincronizado  dentro de automóviles-.  Este factor  resultó tan contundente que desvió la atención respecto de otras zonas del film  en el cual el sonido no está sincronizado (Winston, 2008: 153).   | 
                       
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                        | Fragmento  1:  | 
                       
                      
                        | Se trata de un plano secuencia en que la cámara  de Albert Maysles –ubicada apenas por sobre la cabeza del candidato- sigue a  Kennedy entre medio de la multitud hasta llegar al escenario. Mientras Kennedy  saluda a la gente a su paso se escuchan fragmentos de conversación como “Ah!  Ah! No puedo lavarme las manos”.  | 
                       
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                        | Este breve fragmento permite observar el cambio  en la movilidad y maniobrabilidad a partir del trabajo con equipos livianos,  sin trípode, que pueden ubicarse a la altura del hombre; generándose una sensación  de inmediatez, espontaneidad y veracidad.  Sobre este plano secuencia, Brian Winston  revela que esta escena –emblema del cine directo- fue lograda mediante una  falsa sincronización:  la cámara que  utilizó Albert Maysles para esta toma era una 5.7 mm Arri silenciosa.  Mientras que la única cámara que permitía  sincronizar sonido estaba arriba del escenario, manejada por Leacock, la cual  captó los breves instantes del arribo de Kennedy (Winston, 2008: 153).  El trabajo con la cámara al hombro, transmite  la oscilación y la imperfección que procura el movimiento hecho sin la  estabilidad del trípode, reforzando el efecto de realidad (Tranche, 2008).  | 
                       
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                        | La disminución del tamaño y el peso de los  aparatos no sólo implicó una mayor maniobrabilidad sino también la reducción  drástica del personal, dejándolo limitado a dos o incluso un solo técnico.  De esa forma, se minimizaba el impacto de la  presencia del equipo técnico en el rodaje, permitiendo a los realizadores  penetrar directamente en la acción –sin entrometerse- en el centro de la  situación que se estaba documentando (Jacobs, 1979: 376).  Este factor nos acerca un grado de detalle  inaccesible para el público del evento, e incluso para una puesta tradicional  de cámara, brindándonos una vista cercana de ciertos aspectos que hacen a la  subjetividad de los personajes filmados, como el gesto de nerviosismo en las  manos de Jackie Kennedy, tomadas por detrás en su espalda mientras dirige unas  palabras al público congregado.  | 
                       
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                        | Fragmento  2:  | 
                       
                      
                        | Primary se proponía mostrar todo aquello que el  periodismo clásico siempre había dejado de lado, las bambalinas de la campaña  electoral, incluyendo los procesos de construcción de las imágenes públicas de  los candidatos (Ortega, 2008: 18; Chanan, 2007: 177).   | 
                       
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                        | En este segmento vemos a Kennedy mientras es  preparado para salir por televisión, pudiendo advertir cómo es construida la  imagen que consumirán luego los otros medios de comunicación (sesiones  fotográficas, preparación de presentaciones televisivas).  Este fragmento nos permite contrastar el  Kennedy que camina entre la gente (del fragmento anterior) con aquel otro  Kennedy que sonríe para el afiche, la imagen construida que todos recordamos,  que finalmente la planificación del film contrapone al afiche de Humphrey, su  candidato rival en las primarias.  | 
                       
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                        Esta sensación de frescura e intimidad que  genera el film, por abrir puertas y brindar imágenes de situaciones a las  cuales el documental nunca antes había podido acceder, desvían la atención  respecto de las cuestiones políticas centrales en torno de las primarias, que  no aparecen explicitadas en el film.  Es  en ese sentido que Brian Winston considera que Primary falla al intentar dar cuenta de la imagen política: “Al  establecer esa caminata con la cámara andando, Al Maysles no logró liberar su  poder de observación tanto como sí consiguió sentar las bases para sus  sucesores, los ‘asesores de imagen’” (Winston, 2008: 154). 
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                        | .  Gimme Shelter (Albert y David Maysles,  1970) | 
                       
                      
                        | A partir de estos cambios tecnológicos, y de  esta nueva forma de concebir el documental, la cámara pasó a estar en  condiciones de seguir a los sujetos, accediendo a zonas de sus vidas privadas que  antes solamente eran patrimonio de la ficción, logrando inmiscuirse en espacios  exclusivos de la vida cotidiana (Chanan, 2007: 166).  Esta tendencia a mostrar las bambalinas de la  vida de figuras de gran relevancia pública, -inicialmente políticos-, se  volverá ampliamente productiva en el mundo del Rock and Roll, dando lugar a un  nuevo subgénero:  el rockumentary.  Varios  integrantes del grupo de Drew se dedicarán a este tipo de documentales, presentando  un nuevo modo de tratar a las celebridades (principalmente figuras del rock),  siguiéndolas en la intimidad de sus giras, de un modo más humano y tal vez un  poco menos glamoroso.  | 
                       
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                        Gimme  Shelter probablemente sea la  contracara de la premisa “está todo bien” que impera en Woodstock (Catálogo 7° Bafici, 2005: 276).  Este film de los hermanos Maysles trata sobre  un recital gratuito que dieron los Rolling Stones en Altamont, California en  1969, cuya seguridad estuvo a cargo de los Hells Angels.   
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                        | Rodado con múltiples cámaras, –entre el  público, tras bambalinas, sobre el escenario-, el film cubre el proceso en  detalle y da cuenta de ciertas desprolijidades en la organización del  evento.  Por otra parte, Gimme Shelter también propone una vuelta  de tuerca que rompe con algunas de las leyes constitutivas del cine directo:  en el fragmento seleccionado intervienen los  realizadores repitiendo ante los ojos de Mick Jagger las imágenes del dramático  incidente en el que uno de los participantes del público es asesinado. | 
                       
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                        Si bien el cinéma  vérité dista mucho del cine directo, es deudor del mismo dispositivo.   
                             
Mientras que la vertiente norteamericana del  directo se preocupaba por saber hasta qué punto influía la presencia de la  cámara en lo filmado, la vertiente francesa (en particular Jean Rouch),  sostenía que la cámara lograba que la gente sea más auténtica frente a ella, utilizándola  como agente catalizador.  Si el  documentalista del cine directo llevaba su cámara ante una situación de tensión  y aguardaba a que se produjera una crisis -intentando registrarla sin  intervenir, comportándose como una mosca  en la pared-; el cinéma vérité de  Rouch trataba de precipitar la crisis, presentándose como un participante  declarado –una mosca en la sopa-. 
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                        El término cinéma  vérité, traducción literal de Kino-Pravda,  fue utilizado por primera vez por el sociólogo Edgar Morin en un artículo  titulado “Pour un nouveau cinéma vérité”,  en el que exponía que la idea de cinéma  vérité  de Vertov, tenía que ser  renovada con la llegada del registro de la palabra (García Díaz, 2008: 75-77).  Tal como explica García Díaz, más tarde se  desarrolló una gran polémica en torno del término cinéma vérité y los cineastas fueron acusados de situar la verdad  en un pedestal.  En ese contexto Rouch  explicó que cuando Edgar Morin y él decidieron hacer Chronique d’un été / Crónica  de un verano, una nueva experiencia del cinéma  vérité, su única intención fue rendir homenaje a Dziga Vertov,  entendiéndolo como un cine que rehusaba cualquier recurso a la ficción, un cine  que a través de la captación de fragmentos de realidad, podía desvelar aspectos  ocultos con el objetivo de acercarse a una nueva era revolucionaria.  El cinéma  vérité de Rouch y Morin no se parecía formalmente al “cine ojo” de Vertov y  la vida captada de improviso.  En Chronique d’un été, Morin y Rouch  intervenían en la realidad, aparecían exponiendo su proyecto al inicio de la  película, rompiendo por primera vez el espacio entre cineasta y entrevistado (García  Díaz, 2008: 75-77). 
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                        | .  Chronique d’un été (Paris  1960) / Crónica de un verano (Paris  1960) (Jean Rouch y Edgar Morin, 1961) | 
                       
                      
                        | Tal como explica Noemí García Díaz, Edgar Morin  definió Chronique d’un été (1961),  como una película etnológica y existencial:   etnológica porque trataba de investigar un fenómeno que concernía al ser  humano; y existencial, porque las personas participantes podían implicarse de  forma emocional en el proyecto.  Edgar  Morin intuía que en aquella época había dificultades morales y psicológicas  profundas, que iban más allá de los problemas políticos y económicos que se  podían vivir en ese momento.  El malestar  que padecía la “sociedad del bienestar” se iba a agravar en los años  posteriores, estallando en las revueltas de mayo del 68’.  El ideario de la película se resumía en un  solo enunciado:  “¿cómo vives tu?”,  condensado en la pregunta “Es usted feliz?”, que la joven Marceline Loridan  realizaría a modo de encuesta por las calles de París (García Díaz, 2008:  75-77).  Según García Díaz, Chronique d’un été proporcionó una  plataforma para que se oyeran, por primera vez, las voces de estudiantes,  inmigrantes, amas de casa y obreros, quienes expresaron sus pensamientos más  íntimos sobre su vida, su trabajo, su relación con los demás y el momento  social que estaban viviendo (García  Díaz, 2008: 75-77). | 
                       
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                        | Fragmento  1 | 
                       
                      
                        | Edgar Morin,  se refirió al cinéma vérité como un  cine auténticamente hablado, en el cual “no hay peleas de puños, ni disparos,  ni siquiera besos”, sino que “la acción es la palabra”, asumiendo la forma de  diálogos, disputas y conversaciones.   Este predominio de la palabra será duramente criticado por la vertiente  estadounidense del directo.  Con ironía,  Richard Leacock sostendrá a propósito de los films del cinéma vérité:  “Sentimos que  si en un film de Rouch apagaras la imagen y escuchases sólo la banda de sonido,  lograrías captar completamente los contenidos del film.  En el caso de nuestras películas, si  eliminaras la imagen, a pesar de estar repleta de sonido sincronizado, el  asunto se volvería absolutamente incomprensible” (Mcdonald y Cousins, 1998:  257).     | 
                       
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                        Morin y Rouch deseaban realizar un film  totalmente auténtico, tan cierto como un documental, pero con los mismos  conceptos que maneja un film ficcional, esto es, los contenidos de la vida  subjetiva, de la existencia de la gente (Morin, 2003: 252).  En palabras de Morin:  “Quisimos alejarnos de la comedia, de los  espectáculos, para entrar en contacto directo con la vida.  Pero la vida misma es también comedia, un  espectáculo” (Morin, 2003: 263).  El  fragmento seleccionado –completamente hablado- sintetiza algunas de las pautas  generales del film, rompiendo con la oposición fundamental entre ficción y  documental, al abordar temáticas clásicas de la ficción (el amor, la pasión, el  odio, la angustia), por medio de los recursos propios del documental.  Se trata de situaciones reales, provocadas  por la cámara. 
Esta perspectiva de ahondar en la intimidad de  las personas “reales”, repreguntando sobre aspectos íntimos, se volverá moneda  frecuente en varios formatos que ocupan cuotas importantes de la grilla  televisiva actual (talk shows, reality shows, etc.). 
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                        | Fragmento  2 | 
                       
                      
                        | Algunos aspectos decisivos de la realización de  este film están marcados por la intervención de Michel Brault.  Jean Rouch y Michel Brault se habían conocido  en el Seminario Flaherty celebrado en Santa Bárbara, en 1959, momento en el  cual Rouch quedó impresionado por Les raquetteurs  (Brault, 1958), film en el que se anticipan  algunas conquistas del directo (como sacar las cámaras a la calle, trabajar sin  trípode, la utilización del gran angular, la no escenificación de nada, etc.).  En ese momento Jean Rouch preparaba el rodaje  de Chronique d’un été y vio en la  manera de filmar de Brault, la posibilidad de salir del cuadro rígido de las  entrevistas que Edgar Morin quería poner en práctica (García Díaz, 2008: 78-79;  Ortega, 2008: 25).  | 
                       
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                        Jean Rouch describe  el modo en que los desarrollos técnicos aportados por Brault influyeron en el  proyecto de Chronique d’un été:  “Nuestro amigo Michel Brault, un operador  canadiense, llegó a París en aquel momento y nos trajo los micros que  utilizaban las televisiones canadienses y norteamericanas, los ‘micro-corbatas’.  Dichos micros tienen la ventaja de que no se  ven.  
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                        Habíamos solucionado el problema de  Dziga Vertov:  con la cámara metida en  una funda podíamos pasearnos por cualquier parte, filmar con sonido sincrónico  en el metro, en un autobús, en la calle.   Otra ventaja:  la cámara y su  funda eran minúsculas.  Se podía rodar en  medio de la calle y nadie sabía que se estaba rodando salvo los técnicos y los  protagonistas; de esta manera ha sido técnicamente posible Chronique d’un été (Rouch, 1993: 163-64).  
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                        | El monólogo de Marceline Loridan, la chica  judía que camina a lo largo de La Place de la Concorde hasta Les Halles  recordando cómo fue llevada a un campo de concentración durante la ocupación,  fue la primera escena que filmaron Rouch y Morin junto a Michel Brault como cameraman. En  este tramo pueden apreciarse los aportes que trajo de Canadá Michel  Brault: la nueva estética de la cámara  en movimiento (sin trípode), además de los avances que se habían logrado a  partir de las investigaciones que había realizado en la ONF sobre el formato 16  mm y el sonido sincrónico por medio de la incorporación de micrófonos corbateros  que podían esconderse en la ropa y ser conectados a un grabador Nagra (García Díaz,  2008: 78-79).  Según narra Rouch, la  incorporación de los equipos livianos traídos por Brault les brindó un  sentimiento liberador: podían ir a donde  quisiesen, de modo que se decidieron a filmar en La Place de la Concorde. | 
                       
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                        Sobre este fragmento, Rouch refiere que Marceline  siempre solía hablar sobre el hecho de haber sido deportada, de modo que Rouch  y Morin querían que surgiera esto en la película.  El 15 de agosto de 1960, los directores  planearon llevarla a La Place de la Concorde esperando encontrar allí soldados  alemanes, tratando de que eso generara un clima propicio para indagar sobre sus  experiencias.  Pero esa mañana se  levantaron tarde y cuando llegaron a La Place de la Concorde no había ya soldados  alemanes.  Rouch le indicó entonces a Marceline:  “No importa.   Marceline, vas a llevar colgado de tu hombro la grabadora de sonido [cubierta  por un abrigo] y utilizarás el micrófono corbatero, y vas a caminar alrededor  de la Place de la Conocorde (la cual estaba vacía)- y dirás cualquier cosa que  se te venga a la mente” (Rouch, 1996: 269).   Marceline comenzó a caminar y a expresar sus ideas en un espacio de  relativa intimidad -dado que la cámara con que la filmaban estaba ubicada en un  auto que se movía muy despacio delante de ella (Chanan, 2007: 176) y ni siquiera  los directores podían escucharla.  Según  cuenta Rouch, cuando quiso detener la escena, Marceline dijo que aún no había  terminado, así que siguieron recorriendo otros lugares como Place de l’Opéra,  Les Halles, mientras ella seguía hablando.  
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                        Rouch y Morin quedaron fascinados con el  resultado, e impresionados por el hecho de que alguien pudiese hablar tan  sinceramente mientras caminaba.  La  posibilidad de desplazarse en el espacio –abierta por los equipos livianos  aportados por Brault- podía conducir hacia lo imprevisto, cualquier cosa podría  pasar:  estimulada por el escenario de  Les Halles –el cual se asemeja a una estación de ferrocarril- Marceline comenzó  a hablar no del campo de concentración, como estaba previsto- sino de su  retorno, cuando su familia fue a buscarla y su padre no estaba allí (Rouch,  1996: 269-270).  
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                        Este recurso que permite que una persona pueda  hablar a cámara aún estando muy lejos de ella, es en la actualidad comúnmente utilizado  en la televisión, sobre todo en los documentales narrados por un presentador  que se está moviendo (Chanan, 2007: 171).  
                           
                          De este modo, los novedosos avances técnicos  desarrollados en el marco de la televisión, impactaron abiertamente sobre las  posibilidades de representación, abriendo todo un campo nuevo de  potencialidades para la experimentación.  | 
                       
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                        Bibliografía  
                           
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.   Catálogo 7° Bafici (2005):  Ficha  del Film Gimme Shelter, 7° Festival  Internacional de Cine Independiente, Buenos Aires: Secretaría de Cultura,  Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, p. 276. 
 
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.   Ortega, María Luisa (2008):   “Notas en torno a un concepto” en Ortega, María Luisa y García, Noemí  (Eds.):  Cine directo.  Reflexiones en  torno a un concepto, Madrid: T&B / Festival  Internacional de Cine de Las Palmas, ps.17-27. 
 
.  Rouch,  Jean (1993):  “¿El cine del futuro?” en Romaguera y Alsina (eds.), Textos y Manifiestos del cine, Madrid:  Cátedra.  
 
.  Rouch, Jean (1996):  Jean Rouch Interviewed by James Blue, en  Kevin Macdonald y Mark Cousins, Imagining  Reality: The Faber Book of Documentary, Londres:  Faber,  ps. 268-270.  
 
.  Tranche,  Rafael (2008):  “El contexto tecnológico  y televisivo del cinéma vérité” en Ortega, María Luisa y García, Noemí  (Eds.):  Cine directo.  Reflexiones en  torno a un concepto, Madrid: T&B / Festival  Internacional de Cine de Las Palmas, ps. 29-37. 
 
.   Weinrichter, Antonio y Pena, Jaime (2008):  “<Realpolitik>:  Notas sobre las convergencias entre el  directo y la ficción” en Ortega, María Luisa y García, Noemí (Eds.):  Cine  directo.  Reflexiones en torno a un  concepto, Madrid: T&B / Festival  Internacional de Cine de Las Palmas, ps. 163-175. 
 
.   Winston, Brian (2008):  “Moments of Revelation” en Claiming the Real II.   Documentary:  Grierson and Beyond, Londres:  British Film Institute, ps. 153-160.   | 
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                    Herramientas de la Red de Historia de los Medios | Año 1 | N° 4 | 2011 
                      Prensa y cine en la ciudad moderna.  
                      Sobre Berlin, sinfonía de una ciudad (1927) de Walter Ruttmann y Berlin 1900. Prensa, lectores y vida moderna (1996) de Peter Fritzsche.  
                      Paola Margulis 
                      ReHiMe | Red de Historia de los Medios 
                      CABA | Argentina | 2011 
                      Se permite la reproducción total o parcial citando la fuente | 
                   
                  
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                       | Bajar Herramienta | Pdf | 4.72 Mb | 22 pp. | 
                   
                  | 
               
             
               
               
              
               
                            
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