Diferencia entre revisiones de «Radiolandia»

Última revisión de 09:58 8 may 2015

Reseña

Radiolandia nace en el año 1930 continuando el camino trazado por La canción moderna, aparecida el 26 de marzo de 1928, y logra sostener más de 50 años de trayectoria en el medio. Surge de la mentalidad empresarial de Julio Korn, hombre de gran visión para los negocios que, iniciado en una pequeña sociedad familiar dedicada a la impresión de partituras, llega a conformar un verdadero imperio editorial, cuyos principales productos son, además de la revista que nos ocupa, Antena, TV Guía, Vosotras, Labores, y Goles.

Si hay algún calificativo que pueda definir a Radiolandia ?así como al resto de estas publicaciones? es el de popular. Y lo popular, para Korn, es siempre sinónimo de entretenimiento masivo. Ambas premisas se cumplen ampliamente en Radiolandia, que centra su enfoque en el mundo del espectáculo y sus principales protagonistas.

Su capacidad para interpretar los gustos e intereses de los sectores mayoritarios de la población la convierten en un éxito inmediato, con récords absolutos de venta. La editorial Nª 562 (diciembre 1938) expresa ese compromiso con el público: “Hace tiempo que vivimos al lado del pueblo (…). Luchando para ser fieles a nuestra misión de intermediarios entre sus ídolos y su corazón (…) no hemos sido más que eso, intérpretes de inclinaciones populares…”.

En efecto, semejante éxito tiene como pilar fundamental la constitución de un mundo estelar, con características propias, que goza de la participación del lector semana a semana. A las estrellas se les confía la inmediata captación del lector, sus rostros perfectos se constituyen en el primer contacto del público con la revista mediante retratos de excepcional fuerza iconográfica, como los tomados por la artista Annemarie Heinrich que ilustran las tapas de Radiolandia.

Singular articulación entre lo espectacular y lo cotidiano, lo especial y lo ordinario, la estrella promueve la devoción e identificación, la fantasía. La revista es consciente de este poder al advertir: “El público, si bien no ignora lógicamente el trecho que va de la ficción a la vida real, no admite que sus intérpretes favoritos escapen decididamente a la sugestión que han creado (…) [se trata] de no evidenciar la enorme diferencia que existe entre el héroe ameno, valeroso, pleno de hazañas y de nobles ideales, y quien lo encarna.” (Nª 783, marzo 1943). Como puede advertirse, también se concibe a la estrella en tanto portadora de un conjunto de valores, pautas culturales y modelos ejemplares.

Las secciones dedicadas a revelar la vida de los famosos, su intimidad hogareña o familiar, sus anécdotas, rumores, romances secretos, hobbies, ocupan un considerable espacio en la revista. Así encontramos: ¿Será cierto?, Dialoguitos telefónicos, Nuestro mundo, Preguntas y respuestas, Como me lo contaron o Estrictamente confidencial.

El seguimiento de las estrellas es, a su vez, el camino para acompañar y promover el crecimiento y consolidación de los distintos medios locales: en un principio la radio, luego el cine y por último la televisión.

En cuanto al cine, Radiolandia se adjudica un rol preponderante en el afianzamiento de una industria cinematográfica nacional, a la que brinda en todo momento “un auspicio franco y tolerante” (Nª 553, octubre 1938). Para ello, despliega un mecanismo de promoción de films, que abarca sus distintas etapas de producción. Desde el anuncio del proyecto y firma de contratos hasta el estreno del film en cuestión, pasando por instancias intermedias como el detrás de escena, rodaje, anécdotas del elenco, cobertura de la noche de estreno, novelización del argumento y crítica del estreno, la revista genera un circuito de retroalimentación constante destinado a mantener siempre presente la imagen del film y sus astros.

Tal apoyo incondicional no le impide, sin embargo, sugerir cambios de rumbo cuando lo consideran necesario. Uno los reclamos más persistentes que Radiolandia formula durante las décadas del ’40 y ’50 en sus editoriales, es el de un cine que debe basarse en temáticas autóctonas y promover la cultura argentina “para que los pueblos (…) sepan hasta dónde llega el coraje de esta raza que es india, hispana y, sobre todo, gaucha sin dobleces” (Nª 618, enero 1940). En la editorial del 9 de julio de 1955 se analiza el panorama cinematográfico, condenando la supremacía de adaptaciones de “viejos y remanidos asuntos extranjeros” por sobre el “tema esencialmente argentino”, nuestras costumbres, idiosincrasia y paisaje (Nª 1421).

Durante la década del ’60, ganan espacio la información referida a la televisión y las notas o comentarios sobre la vida privada de astros internacionales como Brigitte Bardot, Sofía Loren, Marlon Brando y Claudia Cardinale.

El estilo de Radiolandia permanece casi invariable hasta fines de la década del ’70, en que cambia su nombre por el de Radiolandia 2000 y modifica su formato y diseño. Desde entonces, si bien mantiene el mismo espíritu popular, su contenido se va desplazando hacia la actualidad en general, incorporando temas de política, economía, salud o casos policiales, además de las habituales primicias y rumores de la farándula.

La muerte de Julio Korn en 1983 agudiza quizás la declinación de la revista, que llega a su ocaso a fines de los años ’80, luego de más de medio siglo en el mercado gráfico.

Esta trayectoria es la que coloca a Radiolandia como una de las publicaciones semanales que permanece en la memoria de varias generaciones.

Ficha técnica

Referencias

González Centeno, Carolina (2003). Radiolandia. En Kriger, Clara (dir.) Páginas de cine. Buenos Aires: Archivo General de la Nación (Pp. 147-150).

El texto original de esta entrada es una transcripción del artículo citado de González Centeno.